Dicen que no es más rico el que más tiene, sino el que menos necesita. Bien, desde esta perspectiva, se podría incluso decir que en estos momentos soy rica, cada vez más rica. Esto se debe a que he ido llenando mis necesidades básicas poco a poco. Como diría mi profesora de alemán, nach und nach.
Efectivamente, soy rica. Conseguí tener mi teléfono móvil funcionando al 100% con número alemán e incluso con Internet a la primera semana, mi habitación nunca más parecerá una caja blanca de hospital, pude abrir una cuenta en un banco alemán a las dos semanas, ya me he familiarizado con el funcionamiento de las lavadoras y sus varios programas (tanto, que hemos descubierto que hay una lavadora que es gratis. No revelaré el número, es información privilegiada y de alto secreto), oficialmente he llegado a la categoría de una heidelberger, me he recorrido una parte de Alemania, las clases de la universidad van genial, estoy llegando a un nivel alto de comprensión del cristinanismo gracias al RAC (Mogan, Katia; 2013), ya me he hecho con los regalos navideños para mi familia y amigos...
Todo esto y más se ha reducido a un tiempo récord de cuatro meses, unos meses en su mayoría muy ajetreados y emocionantes. El haberme dado cuenta de lo rápido en que todo lo que pasa alrededor transcurre me ha hecho recapacitar. Y por fin, como diría mi profesora de alemán, endlich, me he acordado de que tengo un blog, después de una semana sin escribir.
Esta semana ha supuesto una cuenta atrás. Mañana vuelvo a casa por Navidad, como el Suchard (me he permitido esta comparación por estar catalogada como "aceptable" dentro de mi escala de comentarios y observaciones frikis).
Con la maleta medio hecha, solo quedaba despedirme de la gente que me ha acompañado estos meses. Así que no han faltado unas cuantas cenas de despedida (también una excursión a Tübingen con la excusa de la feria de chocolate más grande de Alemania, pero esto lo tengo reservado para otra entrada independiente). O, mejor dicho, cenas de "nos vemos en un triki".
También hubo una spanisch-brasilianisches Abendessen.
Han sido muchas emociones en algo más de tres meses. Tantas vivencias, risas, lloreras, tonteras comprimidas en recuerdos. Tantas excursiones y escapadas, a veces alocadas, como el viaje a Polonia. Tantos amigos.
Frohes Fest und ein gutes neues Jahr! Os deseo a todos una feliz Navidad, aprovechad estas dos semanas con los vuestros para luego volver con las pilas cargadas, ya que a muchos nos quedarán unos siete meses por delante y unos dos meses de vacaciones que vendrán cargados de más excursiones y escapadas. Más vivencias, risas, lloreras, tonteras.
Y la última cena de ayer, con ensalada de piña de Canarias, tortilla de patatas y croquetas de la abuela.
Y viva Heidelberg, que nos deja un panorama así dos días antes de marcharnos. Ich hab' mein Herz in Heidelberg verloren.
Auf Wiederschreiben!
Willkommen! Dicen que Erasmus es una experiencia única en la vida. Por eso, este canal será una copia de seguridad de mis andanzas como estudiante Erasmus, pero también un diario con el que puedas seguir de cerca mis pasos sobre una ciudad alemana sacada de cuento: Heidelberg.
martes, 17 de diciembre de 2013
viernes, 6 de diciembre de 2013
Heidelberger Eisbahn: tarde de patinaje sobre hielo
Esta semana mi compañera de piso alemana me ha sorprendido comprándose un hámster al que ha llamado Jakob. Nunca pensé que empezaría un artículo de este modo, pero lo tenía que decir. Fue una de las cosas que me alegró en mi fin de semana en casa, había que reposar para coger la semana con fuerzas después del catarro que me pillé. Más aun con el proyecto masoquista que llevé a cabo para celebrar el Día Internacional del Euskera. Este lunes, martes y miércoles he estado ocupadísima con las clases y el artículo y el video que preparamos Maialen y yo. Y más aun teniendo mi primer examen de la universidad, que lo he hecho hoy, y ha sido un éxito. Veremos si el resultado también lo es.
Ach so, ¡hoy es San Nicolás! Un día en el que los alemanes tienen por costumbre regalar chocolate, nueces y/o mandarinas. Puede que a alguien le caiga algo hoy.
Sí, sí, ya voy al grano. En la penúltima entrada os hablé del Heidelberger Weihnachtsmarkt y comenté que nos encontramos con una pista de hielo en medio de Karlsplatz. Bien, pues hicimos plan para el día siguiente para ir a patinar.
Hicimos una parada para comer en uno de los puestos del mercado. Tenía mucho frío, así que, como no me gustó nada el Glühwein que probé el día anterior, decidí ir a por un chocolate caliente. Para mi sorpresa, me dieron el chocolate en la taza que llevaba queriendo desde que abrieron el Mercado de Navidad y que creía que solo daban con el Gühwein. Con una gran sonrisa, me bebí el chocolate y la taza fue directa al bolso. Ahora decora mi estantería. Dios, mi cara de frío en la foto. Parezco nuestro homeless.
Con las manos calentitas, quedamos en que Cristina, Maialen et moi nos juntaríamos en la pista con Katia, Rocío y Michael. Como llegamos antes que ellos, nos empezamos a preparar para el evento para ahorrar tiempo. Estaba emocionada por entrar en la pista, hacía unos tres años que no iba a patinar.
Ir a patinar sobre hielo solía ser un imprescindible de las dos semanas que paso en Donostia cada verano. Mi hermano Aritz y yo reservábamos una o dos mañanas para ir al Palacio de Hielo. Una lástima que empezaran a cerrarlo en verano. Mi cara lo dice todo, ¡entremos a la pista a la de ya!
Llegaron Katia y Rocío. Poco a poco íbamos cogiendo más soltura en la pista. Se podría decir que se trataba de una pista de patinaje y pista de baile a la vez, ponían buena música. Tampoco era muy grande, pero había suficiente espacio para no chocar con la gente. Sobre todo había niños. In fact, creo que aquella tarde fuimos niños grandes. Aquí una foto de las niñas.
Abrazooooooowwwwwwwrrrrrrr.
Hubo un momento en el que un grupo de niños de entre 4 y 5 años invadió la pista. Las monitoras les iban explicando cómo patinar, pero claro, no se puede esperar mucho de un niño tan pequeño: pasaban más tiempo en el suelo que de pie. Puede sonar un pelín cruel, pero no podíamos parar de reír al verlos caerse cada tres segundos, más aun siendo tan bonitos, tan rubios, tan alemanes, tan de ojos azules, tan con los mofletes rojos. Aix. Algunos se dejaban ayudar por una figura de un pingüino. Se sujetaban al manillar y así se deslizaban teniendo siempre un punto de apoyo para ayudarlos a no caerse. Pero no, a estos de 4 y 5 años les iba el riesgo, la adrenalina.
También llegó Michael.
Michael, ¿es eso lo que creo que es? ¡Un pingüino que está libre! ¡Sácame una foto! ¡Sácame una foto! Pues nada, me sacó una foto con el pingüino y al milisegundo se empezó a reír. Fue entonces cuando me di cuenta de que tenía un niño alemán rubio de ojos azules y con los mofletes rojos mirándome fijamente. Le pedí que posara para que Michael nos sacara una foto. Me emocioné antes de tiempo, pues para cuando me di cuenta el niño ya se había escapado con el pingüino. El gozo en un pozo. Jopetas.
Por muchas caídas que vimos, ninguno de nosotros probó el hielo. La tarde fue genial, y como recompensa nos comimos una crepe de Nutella. Nos lo teníamos merecido. Creo que repetiré otro día.
Auf Wiederlaufen!
Ach so, ¡hoy es San Nicolás! Un día en el que los alemanes tienen por costumbre regalar chocolate, nueces y/o mandarinas. Puede que a alguien le caiga algo hoy.
Sí, sí, ya voy al grano. En la penúltima entrada os hablé del Heidelberger Weihnachtsmarkt y comenté que nos encontramos con una pista de hielo en medio de Karlsplatz. Bien, pues hicimos plan para el día siguiente para ir a patinar.
Hicimos una parada para comer en uno de los puestos del mercado. Tenía mucho frío, así que, como no me gustó nada el Glühwein que probé el día anterior, decidí ir a por un chocolate caliente. Para mi sorpresa, me dieron el chocolate en la taza que llevaba queriendo desde que abrieron el Mercado de Navidad y que creía que solo daban con el Gühwein. Con una gran sonrisa, me bebí el chocolate y la taza fue directa al bolso. Ahora decora mi estantería. Dios, mi cara de frío en la foto. Parezco nuestro homeless.
Con las manos calentitas, quedamos en que Cristina, Maialen et moi nos juntaríamos en la pista con Katia, Rocío y Michael. Como llegamos antes que ellos, nos empezamos a preparar para el evento para ahorrar tiempo. Estaba emocionada por entrar en la pista, hacía unos tres años que no iba a patinar.
Ir a patinar sobre hielo solía ser un imprescindible de las dos semanas que paso en Donostia cada verano. Mi hermano Aritz y yo reservábamos una o dos mañanas para ir al Palacio de Hielo. Una lástima que empezaran a cerrarlo en verano. Mi cara lo dice todo, ¡entremos a la pista a la de ya!
Llegaron Katia y Rocío. Poco a poco íbamos cogiendo más soltura en la pista. Se podría decir que se trataba de una pista de patinaje y pista de baile a la vez, ponían buena música. Tampoco era muy grande, pero había suficiente espacio para no chocar con la gente. Sobre todo había niños. In fact, creo que aquella tarde fuimos niños grandes. Aquí una foto de las niñas.
Abrazooooooowwwwwwwrrrrrrr.
Hubo un momento en el que un grupo de niños de entre 4 y 5 años invadió la pista. Las monitoras les iban explicando cómo patinar, pero claro, no se puede esperar mucho de un niño tan pequeño: pasaban más tiempo en el suelo que de pie. Puede sonar un pelín cruel, pero no podíamos parar de reír al verlos caerse cada tres segundos, más aun siendo tan bonitos, tan rubios, tan alemanes, tan de ojos azules, tan con los mofletes rojos. Aix. Algunos se dejaban ayudar por una figura de un pingüino. Se sujetaban al manillar y así se deslizaban teniendo siempre un punto de apoyo para ayudarlos a no caerse. Pero no, a estos de 4 y 5 años les iba el riesgo, la adrenalina.
También llegó Michael.
Michael, ¿es eso lo que creo que es? ¡Un pingüino que está libre! ¡Sácame una foto! ¡Sácame una foto! Pues nada, me sacó una foto con el pingüino y al milisegundo se empezó a reír. Fue entonces cuando me di cuenta de que tenía un niño alemán rubio de ojos azules y con los mofletes rojos mirándome fijamente. Le pedí que posara para que Michael nos sacara una foto. Me emocioné antes de tiempo, pues para cuando me di cuenta el niño ya se había escapado con el pingüino. El gozo en un pozo. Jopetas.
Por muchas caídas que vimos, ninguno de nosotros probó el hielo. La tarde fue genial, y como recompensa nos comimos una crepe de Nutella. Nos lo teníamos merecido. Creo que repetiré otro día.
Auf Wiederlaufen!
miércoles, 4 de diciembre de 2013
Ene, ene! Euskararen Nazioarteko Eguna!
Beste behin, heldu zaigu abenduaren hirugarrena. Beste behin, Euskararen Nazioarteko Eguna. Oraingoan, ordea, Alemanian harrapatu nau, Heidelberg izeneko ipuinean. Lau hizkuntzatara itzuliriko ipuina. Lau hizkuntzatan bizi naiz. Baina lau puntu kardinalen artean, euskararenak markatzen du iparra.
Gaur bezalako egun berezian, Heidelberg euskaraz zipriztintzea nahi izan dut. Nahi izan dugu, Maialen eta biok. Lierni eta Maialen. Euskararen Nazioarteko Eguna. Izenak berak dio, euskara mundura zabaltzea, euskara munduan entzutea, munduaren ahotan jartzea.
Horregatik, gure hizkuntza inguratzen gaituzten ikasle mundutarren ahotan jarri dugu. Mikel Laboa, munduaren ahotan. Izarren hautsa.
Espero dut gustuko izango duzuela, eta gogora dezazuen euskararen eguna gaur, bihar eta etzi izanen dela. Zorionak, euskara! Mundiala haiz! Eta zuk ere euskara mundura zabaldu nahi baduzu, hemen aukera zure mezua bidaltzeko.
Auf Wiedersprechen!
Gaur bezalako egun berezian, Heidelberg euskaraz zipriztintzea nahi izan dut. Nahi izan dugu, Maialen eta biok. Lierni eta Maialen. Euskararen Nazioarteko Eguna. Izenak berak dio, euskara mundura zabaltzea, euskara munduan entzutea, munduaren ahotan jartzea.
Horregatik, gure hizkuntza inguratzen gaituzten ikasle mundutarren ahotan jarri dugu. Mikel Laboa, munduaren ahotan. Izarren hautsa.
Espero dut gustuko izango duzuela, eta gogora dezazuen euskararen eguna gaur, bihar eta etzi izanen dela. Zorionak, euskara! Mundiala haiz! Eta zuk ere euskara mundura zabaldu nahi baduzu, hemen aukera zure mezua bidaltzeko.
Esker mila, vielen Dank.
Keisha (Barbados)
Amanda (Ameriketa)
Kellen (Ameriketa)
Michael (Australia)
Fernando (Kordoba)
Dylan (Irlanda)
Iñigo (Mungia)
Rut (Bartzelona)
Sergio (Italia)
Will (Malaga)
Aaron (Kanada)
Kerim (Alemania)
Zoli (Hungaria)
Giovanni (Italia)
Cristina (Extremadura)
Maria Jose (Tortosa)
Andrea (Alemania)
Bruno (Brasil)
Carolyn (Alemania)
Rahel (Alemania)
Carolyn (Alemania)
Rahel (Alemania)
Dabin (Korea)
Isabel (Madril)
sábado, 30 de noviembre de 2013
Una vuelta por el Heidelberger Weihnachtsmarkt
Casi invierno. Son las 5:30 de la tarde y ya es de noche en Heidelberg. Hace tanto frío en mi habitación que estoy con tres capas de ropa y "enmomiada" en el edredón. Estoy incluso por empezar a calentarme los calcetines con la secadora de pelo. Con lo fácil que es encender la calefacción, diréis. Pues curiosamente (ironía, por si no se había notado mi tono enfadado) no puedo.
No sé qué está pasando esta semana, pero la mayoría de las habitaciones de las nuevas residencias de Im Neuenheimer Feld, la zona en la que vivo en Heidelberg, estamos sin calefacción. Que el Hausmeister me diga que lo van a arreglar cada vez que voy a quejarme. No, Hausmeister, te lo estoy viendo en la cara, no lo vas a hacer. Y además tiene la jeta de decirme que no hace frío cuando por culpa de pasar frío en mi habitación he pillado un trancazo que me tiene retenida aquí durante el fin de semana. ¿Cómo decirlo educadamente? ¡Pues claro que no! ¡¿Cómo vas a tener frío tú teniendo toda esa masa de grasa en la panza, que parece que te has tragado un globo terráqueo?! Pues nada, rellené el papel que me dijo, me contuve y me fui de su oficina. Como el miércoles, que es cuando los de la empresa vienen a arreglarlo, no tenga calefacción, exploto.
Supongo que nada como el calor humano para que este frío no nos pase factura, así que anoche Carol fue nuestra anfitriona para una cena que nos mantuviera cerquita y calentitas en la mesa. ¡Y qué mesa! OH. OH. OH.
La cena de anoche, las conversaciones, las risas, las anécdotas, la comida, el reunirnos alrededor de una mesa. Incluso bendecirla en broma, dándole las gracias a Superman. Sí, lo hicimos. Invierno, frío, nieve, familia, amigos... ¡NAVIDAD! ¡EL MERCADO DE NAVIDAD HA LLEGADO A HEIDELBERG!
En Alemania la Navidad es una de las fiestas más importantes y lo celebran con muchísimo entusiasmo, el país entero rebosa espíritu navideño por cada rincón. Y así, cada pueblo de Alemania acoge durante un mes entero lo llamado Weihnachtsmarkt o Mercado de Navidad.
En Tübingen incluso se hace un Schokoladenweihnachtsmarkt, el festival de chocolate más grande de toda Alemania. Sí, es lo que estáis pensando. Un mercado navideño lleno de chocolate, durante una semana, del 3 al 8 de diciembre. Es nuestro plan para el fin de semana que viene, por si las indirectas no acababan de cuajar.
Pues en Heidelberg tenemos la suerte de tener un mercado realmente precioso, acorde con la propia ciudad. Se inauguró este lunes y estará abierto todos los días hasta vísperas de Navidad. Es toda una tradición. Todas y cada una de las plazas de la ciudad se llenan de decenas de puestos de comida tradicional alemana, dulces, bebidas, recuerdos, adornos navideños, ropa y joyas artesanales y todo lo que se pueda imaginar. Desde luego, es un placer caminar por el mercado. No el día de la inauguración, porque teníamos clase, pero el miércoles no lo dudamos ni un segundo, nos juntamos las pocas que teníamos un poco de tiempo y pasamos la mañana de puesto en puesto.
Y tampoco me voy a enrollar describiendo algo como un Weihnachtsmarkt, porque es necesario verlo para creerlo. Aquí empieza. Así nos encontramos Universitätsplatz.
Sin dudarlo entramos al primero de los puestos. Estaba dedicado a los amantes de las infusiones, el café y el chocolate. Había impensables tipos de café y chocolate. Seguro que cae algo para mi querida cafeinómana. Ya tu sabeh. Magnífico. Ach, os presento mi futura botella de leche que estará en el futuro frigorífico de mi futura casa.
Como decía, de todo en cuanto a infusiones y especias. Nos encontramos hasta sal ¡del Himalaya! Komisch. También caramelos artesanales de varios sabores.
Seguimos descubriendo puestos y nos encontramos con este que hacían belenes entallados en madera.
Hay muchísimos puestos con adornos navideños. Como éste, en el que venden hadas preciosas y con muchos colores y brillantinas para colgar.
¡Hasta búhos y ranas! De verdad, de todo. Vale que no son muy navideños estos animales, ni las hadas, pero qué gracia hacen. Me tengo que hacer con algunos de estos adornos tan graciosos para regalarlos cuando vuelva a casa por Navidad. He dicho.
Carteles graciosetes que nos simplifican la existencia. Entre el "I kiss better than I cook", "I keep losing weight but it keeps finding me" y "Girlfriends, they're a pain in the cash", me acabé riendo mucho. Me encantan.
Ajá. Dimos con el puesto que tendría el honor de alimentarnos aquel mediodía. En realidad, hay un montón de puestos de comida tradicional alemana, así que tampoco importaba mucho si era el uno u el otro. Pero bueno, que este fue el elegido. ¡Maialen os saluda!
Nadie nos quita la sonrisa, felices con nuestras Bradwurst. Aunque yo hice el fallo de pedirme una Feuerwurst para probar, que resulta que es parecida a la salchicha alemana pero lleva picante y yo no tenía ni idea. Caí al primer mordisco. Gracias a que Cristina me la cambió cual en el colegio, cuando llevabas algo que no te gustaba pero le gustaba a otra persona y os acababais cambiando de hamaiketako.
La comida típica alemana me siguió decepcionando ese día. Probamos uno de los must de la gastronomía tradicional e icono del Heidelberger Weihnachtsmarkt, el Glühwein, que viene a ser vino caliente. Sinceramente, no estaba nada bueno en mi opinión, aunque a la gente le gustó bastante. Es la solución contra el frío de los alemanes.
Me dio pena no poder beberme uno para así poder quedarme con la taza. El día siguiente conseguí la taza al tomarme un chocolate caliente en la feria; sorpresa total, no me esperaba que también dieran la taza con algo que no fuera Glühwein.
Con la tripa llena, prosigamos.
Ésto simplemente porque me acordé de mi padre. Pastas de coco. Le encantan.
En vez de "kalte Getränke" (bebidas frías), puede que mejor llamarlos bebidas del tiempo. Solo una sugerencia. Y me pregunto yo ¿quién se bebe algo frío con este tiempo? Bueno, prosigamos. Puestos y más puestos.
Muff. Se trata de una idea de lo más curiosa para calentarse las manos. Es como un bolso que se cuelga del cuello y se meten las manos en el mochón de pelo, como si tuviesemos el brazo escayolado y nos pusieramos un pañuelo para sujetarlo, el mismo mecanismo. Lo que inventan los alemanes.
Un segundo, un segundo, un segundo... ¡puesto de dulces a la vista!
Con lo baratas que eran, decidimos probar las "tetillas alemanas", que es un dulce blanco de textura cremosa cubierta de chocolate y, en nuestro caso, coco y caramelo. Seguro que no tienen ese nombre, pero me quedo con la invención de Cristina.
Haciendo homenaje al nombre que le puso Cristina al dulce, ¡cara tetilla!
Segundo intento.
Como teníamos la universidad al lado, decidimos entrar para escaparnos del frío polar que hacía en la calle. Unos minutos al lado del radiador y vuelta a chupar frío. Más puestos de Pommes, Creps...
Uno de estos adornos está reservado para mi habitación.
Recorrimos Universitätsplatz de arriba a abajo y ahora tocaban Marktplatz y Karlsplatz (en este último está la pista de hielo, a la que fuimos el jueves y del que hablaré en el próximo artículo).
Encontramos un puesto de jabones, velas aromáticas y ambientadores. Éstas eran para tenerlas en el armario y olían... Por supuesto, ya tengo el mío de cereza. Mi ropa ahora huele a cereza, supongo.
Emocionadas con los llaveros.
FOTACA. Lo bonito que queda el castillo con la feria debajo, en Karlsplatz.
Heidelberger Eisbahn. La pista de hielo que estará abierta todo un mes. Tiene peligro tenerla tan cerca, acabaré yendo más de una vez.
Como veis, el Weihnachtsmarkt es una pasada y me siento privilegiada de poder pasar por él cada día durante este mes que me queda aquí. Ya lo he visto del todo, ya he ido a patinar sobre hielo. Ahora solo me queda ir haciendome con los regalos navideños para mi familia y amigos, que quiero llevaros algo a todos. Algo me dice que la maleta va a ir llena de regalos, libros y apuntes para estudiar y nada más.
Mientras tanto, os dejo a la ¡PALOMA POLAAAAAAAWWWWWWWRRRRRRR! Creo que es la responsable de traer el frío polar a Heidelberg y tener que ir a clase con un vaso de chocolate caliente porque hace -5ºC fuera. La nieve no tardará en llegar. Mejor dicho, espero que la nieve no tarde en llegar.
Auf Wiederschreiben!
No sé qué está pasando esta semana, pero la mayoría de las habitaciones de las nuevas residencias de Im Neuenheimer Feld, la zona en la que vivo en Heidelberg, estamos sin calefacción. Que el Hausmeister me diga que lo van a arreglar cada vez que voy a quejarme. No, Hausmeister, te lo estoy viendo en la cara, no lo vas a hacer. Y además tiene la jeta de decirme que no hace frío cuando por culpa de pasar frío en mi habitación he pillado un trancazo que me tiene retenida aquí durante el fin de semana. ¿Cómo decirlo educadamente? ¡Pues claro que no! ¡¿Cómo vas a tener frío tú teniendo toda esa masa de grasa en la panza, que parece que te has tragado un globo terráqueo?! Pues nada, rellené el papel que me dijo, me contuve y me fui de su oficina. Como el miércoles, que es cuando los de la empresa vienen a arreglarlo, no tenga calefacción, exploto.
Supongo que nada como el calor humano para que este frío no nos pase factura, así que anoche Carol fue nuestra anfitriona para una cena que nos mantuviera cerquita y calentitas en la mesa. ¡Y qué mesa! OH. OH. OH.
La cena de anoche, las conversaciones, las risas, las anécdotas, la comida, el reunirnos alrededor de una mesa. Incluso bendecirla en broma, dándole las gracias a Superman. Sí, lo hicimos. Invierno, frío, nieve, familia, amigos... ¡NAVIDAD! ¡EL MERCADO DE NAVIDAD HA LLEGADO A HEIDELBERG!
En Alemania la Navidad es una de las fiestas más importantes y lo celebran con muchísimo entusiasmo, el país entero rebosa espíritu navideño por cada rincón. Y así, cada pueblo de Alemania acoge durante un mes entero lo llamado Weihnachtsmarkt o Mercado de Navidad.
En Tübingen incluso se hace un Schokoladenweihnachtsmarkt, el festival de chocolate más grande de toda Alemania. Sí, es lo que estáis pensando. Un mercado navideño lleno de chocolate, durante una semana, del 3 al 8 de diciembre. Es nuestro plan para el fin de semana que viene, por si las indirectas no acababan de cuajar.
Pues en Heidelberg tenemos la suerte de tener un mercado realmente precioso, acorde con la propia ciudad. Se inauguró este lunes y estará abierto todos los días hasta vísperas de Navidad. Es toda una tradición. Todas y cada una de las plazas de la ciudad se llenan de decenas de puestos de comida tradicional alemana, dulces, bebidas, recuerdos, adornos navideños, ropa y joyas artesanales y todo lo que se pueda imaginar. Desde luego, es un placer caminar por el mercado. No el día de la inauguración, porque teníamos clase, pero el miércoles no lo dudamos ni un segundo, nos juntamos las pocas que teníamos un poco de tiempo y pasamos la mañana de puesto en puesto.
Y tampoco me voy a enrollar describiendo algo como un Weihnachtsmarkt, porque es necesario verlo para creerlo. Aquí empieza. Así nos encontramos Universitätsplatz.
Sin dudarlo entramos al primero de los puestos. Estaba dedicado a los amantes de las infusiones, el café y el chocolate. Había impensables tipos de café y chocolate. Seguro que cae algo para mi querida cafeinómana. Ya tu sabeh. Magnífico. Ach, os presento mi futura botella de leche que estará en el futuro frigorífico de mi futura casa.
Como decía, de todo en cuanto a infusiones y especias. Nos encontramos hasta sal ¡del Himalaya! Komisch. También caramelos artesanales de varios sabores.
Seguimos descubriendo puestos y nos encontramos con este que hacían belenes entallados en madera.
Hay muchísimos puestos con adornos navideños. Como éste, en el que venden hadas preciosas y con muchos colores y brillantinas para colgar.
¡Hasta búhos y ranas! De verdad, de todo. Vale que no son muy navideños estos animales, ni las hadas, pero qué gracia hacen. Me tengo que hacer con algunos de estos adornos tan graciosos para regalarlos cuando vuelva a casa por Navidad. He dicho.
Carteles graciosetes que nos simplifican la existencia. Entre el "I kiss better than I cook", "I keep losing weight but it keeps finding me" y "Girlfriends, they're a pain in the cash", me acabé riendo mucho. Me encantan.
Ajá. Dimos con el puesto que tendría el honor de alimentarnos aquel mediodía. En realidad, hay un montón de puestos de comida tradicional alemana, así que tampoco importaba mucho si era el uno u el otro. Pero bueno, que este fue el elegido. ¡Maialen os saluda!
Nadie nos quita la sonrisa, felices con nuestras Bradwurst. Aunque yo hice el fallo de pedirme una Feuerwurst para probar, que resulta que es parecida a la salchicha alemana pero lleva picante y yo no tenía ni idea. Caí al primer mordisco. Gracias a que Cristina me la cambió cual en el colegio, cuando llevabas algo que no te gustaba pero le gustaba a otra persona y os acababais cambiando de hamaiketako.
La comida típica alemana me siguió decepcionando ese día. Probamos uno de los must de la gastronomía tradicional e icono del Heidelberger Weihnachtsmarkt, el Glühwein, que viene a ser vino caliente. Sinceramente, no estaba nada bueno en mi opinión, aunque a la gente le gustó bastante. Es la solución contra el frío de los alemanes.
Me dio pena no poder beberme uno para así poder quedarme con la taza. El día siguiente conseguí la taza al tomarme un chocolate caliente en la feria; sorpresa total, no me esperaba que también dieran la taza con algo que no fuera Glühwein.
Con la tripa llena, prosigamos.
Ésto simplemente porque me acordé de mi padre. Pastas de coco. Le encantan.
En vez de "kalte Getränke" (bebidas frías), puede que mejor llamarlos bebidas del tiempo. Solo una sugerencia. Y me pregunto yo ¿quién se bebe algo frío con este tiempo? Bueno, prosigamos. Puestos y más puestos.
Muff. Se trata de una idea de lo más curiosa para calentarse las manos. Es como un bolso que se cuelga del cuello y se meten las manos en el mochón de pelo, como si tuviesemos el brazo escayolado y nos pusieramos un pañuelo para sujetarlo, el mismo mecanismo. Lo que inventan los alemanes.
Un segundo, un segundo, un segundo... ¡puesto de dulces a la vista!
Con lo baratas que eran, decidimos probar las "tetillas alemanas", que es un dulce blanco de textura cremosa cubierta de chocolate y, en nuestro caso, coco y caramelo. Seguro que no tienen ese nombre, pero me quedo con la invención de Cristina.
Haciendo homenaje al nombre que le puso Cristina al dulce, ¡cara tetilla!
Segundo intento.
Como teníamos la universidad al lado, decidimos entrar para escaparnos del frío polar que hacía en la calle. Unos minutos al lado del radiador y vuelta a chupar frío. Más puestos de Pommes, Creps...
Recorrimos Universitätsplatz de arriba a abajo y ahora tocaban Marktplatz y Karlsplatz (en este último está la pista de hielo, a la que fuimos el jueves y del que hablaré en el próximo artículo).
Encontramos un puesto de jabones, velas aromáticas y ambientadores. Éstas eran para tenerlas en el armario y olían... Por supuesto, ya tengo el mío de cereza. Mi ropa ahora huele a cereza, supongo.
Emocionadas con los llaveros.
FOTACA. Lo bonito que queda el castillo con la feria debajo, en Karlsplatz.
Heidelberger Eisbahn. La pista de hielo que estará abierta todo un mes. Tiene peligro tenerla tan cerca, acabaré yendo más de una vez.
Como veis, el Weihnachtsmarkt es una pasada y me siento privilegiada de poder pasar por él cada día durante este mes que me queda aquí. Ya lo he visto del todo, ya he ido a patinar sobre hielo. Ahora solo me queda ir haciendome con los regalos navideños para mi familia y amigos, que quiero llevaros algo a todos. Algo me dice que la maleta va a ir llena de regalos, libros y apuntes para estudiar y nada más.
Mientras tanto, os dejo a la ¡PALOMA POLAAAAAAAWWWWWWWRRRRRRR! Creo que es la responsable de traer el frío polar a Heidelberg y tener que ir a clase con un vaso de chocolate caliente porque hace -5ºC fuera. La nieve no tardará en llegar. Mejor dicho, espero que la nieve no tarde en llegar.
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