En un lugar de ensueño...

viernes, 18 de octubre de 2013

Desayunos a la alemana: prohibido quedarse con hambre



Hay que desayunar como un rey, almorzar como un príncipe y cenar como un mendigo. Efectivamente, en cuanto a los desayunos los alemanes no se quedan cortos. Y los organizadores de nuestro curso intensivo tampoco, ya que cada día nos concedían un descanso de media hora entre clase y clase para poder seguir practicando alemán o, en su defecto, inglés, con nuestros compañeros o amigos que iban a otras clases. Era una gran oportunidad para ir conociendo a más gente y hacer planes para los días que venían, la verdad. Y algo que ahora echo de menos.

Aunque lo más interesante de ese break seguramente era el megadesayuno que os mencionaba al final del post anterior. No se puede ni describir, así que mejor os dejo algunas fotos de lo que veíamos tan pronto como entrabamos al comedor. Yo que vosotros iría a por un cubo, no vaya a ser que mojéis el suelo con tanta baba. ¿Preparados? Aquí están:





Lo que os decía, daban ganas de probarlo todo. Esas semanas tuve tiempo de probarlo casi todo y es que todo, absolutamente todo, estaba riquísimo. Todo era igual de apetecible. Además, cada día solían poner algo distinto. 

Alguna que otra vez me atreví a preguntar al encargado qué llevaba eso o lo otro, en alemán por supuesto, y su respuesta siempre incluía “eso está riquísimo”. Pues nada, sería verdad lo que me decía. Delicioso. Con lo majo que era, le pregunté de qué Bäckerei eran, para acercarme a su pastelería una vez finalizara el curso. Por si os interesa, son de una pastelería que se llama Riegler y allí también tienen todo lo que nos solían traer. Tengo pensado ir algún día.


Aparte de la comida, también solían traer café y té calentito: se notaba que hacía frío. Los días de lluvia yo moría de envidia por aquellos que llevaban su taza entre sus manos, ya que no me gusta ni el uno ni el otro. Menos mal que tenía a mi compañera Vija que me dejaba tener su taza de té caliente para calentarme las manos un poco. Vija era mi compañera deja-su-taza-de-té-caliente-a-Lierni-para-que-se-caliente-las-manos ideal. Te quiero, Vija.


Una vez acabado el descanso, volvíamos a clase con el propósito de entender los chistes de Frau Lohmann y poder reír con sinceridad. Fueron unas semanas de lo más entretenidas y que se volverán a repetir desde el próximo lunes, aunque falte el megadesayuno, ya que he decidido retomar el curso de alemán por las tardes para seguir mejorando, subiendo en el pódium. Ya veremos cómo empiezan el curso y las clases en la universidad. Hasta entonces.

Por último una escena que me llamó muchísimo la atención un día que salimos de clase. Y es que esta ciudad no deja de sorprenderme, de enamorarme. En cada rincón al que uno se asome se encuentra algo, como una plaza llena de figuras de osos panda. Inevitable, ¡foto!




O esto otro:



Auf Wiederschreiben!

 

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