En un lugar de ensueño...

viernes, 27 de junio de 2014

La primavera, la sangre altera y sorpresas trae

No sé si os acordaréis de un artículo que publiqué hace unas tres semanas, pero más que nada iba de promesas que por fin conseguimos cumplir. Pues bien, otra de las promesas que se ha cumplido esta quincena no ha sido mía o nuestra, sino la de mi madre de mandarme una caja con cooosaaas.

Eskerrik asko, ama!

Esperaba que llegara un viernes, pues los viernes no suelo tener clase y es cuando más probable es que esté en casa (gracias por tenerlo en cuenta amatxi, bien pensado). Pero la caja llegó antes de tiempo y fue mi compañera de piso inglesa, Lorna, la que recogió la caja.

Cuando llegué a casa a la tarde, me encontré con esta caja enorme en mi puerta y a Lorna saliendo de la habitación al escuchar mis gritos de emoción, diciéndome que se merecía uno de mis postres por haber tenido que subir dos pisos cargada con unos cuantos kilos.


Lo primero que aprendí al abrir la caja (en presencia de Kerim, que ya había olido la comida que había dentro) fue que nunca se debe mencionar que se echa en falta alguna comida en especial en presencia de una madre, pues un antojo pasajero de unas aceitunas se convertirá en un problema para saber dónde demonios meter tantas latas de aceitunas. Y esto último lo digo tanto en referencia al espacio físico como al temporal, porque tampoco es que me quede mucho tiempo aquí y aún tengo jamón para dar y regalar.

Es por eso que cada vez que mi madre me pregunta si voy comiendo las cosas que me mandó y le digo que sí, que está todo muy rico, tengo que pedirle que por favor no se tome la molestia de mandarme más comida, pues no hay tiempo para comerlo todo. Ulertuta, amatxi?

Aunque sí que hay un par de antojos que para nada me arrepiento de haberlos mencionado, y son las gominolas de la tienda de dulces de mi pueblo, el de toda la vida, y el pastel vasco. OH SÍ.


Lo que más ilusión me hizo fue sin duda alguna el peluche que veis en la imagen. Os la presento. Se llama Anne y es un peluche de un burro que mi hermano Aritz me compró en su viaje a Córcega hace ya como un mes o dos. Me encantó.

Eskerrik asko, Aritz!

El peluche iba acompañado de tres postales de Córcega para mi pared, que se va aumentando poco a poco hasta alcanzar todo el blanco de mi larga pared. En estos momentos se encuentra así, y espero poder hacer unos pocos viajes más para que siga creciendo.


¡Ajám! Veo que os habéis fijado en los cupcakes que tengo en la mesita de noche. Los hice el otro día para un cumpleaños. Por la mañana le pedí a mi compañera de piso alemana, Vera, que por favor me dejara su molde y su batidora en la encimera porque seguramente ella no estaría en casa cuando yo los necesitara. Vera cumplió y al volver de clase por la tarde ahí estaban.


Y aquí empieza la transformación de una magdalena de toda la vida a su versión hipster. Paso 1, cobertura.


Paso 2, frosting, de nata en este caso, y último toque, la guinda.


Paso 3, versión cumpleañera.


Junto con estas fotos he encontrado más de otros dos tartas que hice. El primero fue una de las tartas más queridas por los alemanes, y no es la Schwarzwälder Kirschtorte de la que os hablé, que también es muy querida. Se trata del Apfelstreusel, una tarta rellena de queso y manzana con cobertura crujiente. Me llevaría tiempo, pero parecía bastante fácil, aunque me encontré con la dificultad de tener que comprar algo llamado Schmand. Investigué y llegué a la conclusión de que era una mezcla entre queso fresco tipo Philadelphia y nata, pero con un porcentaje más alto de grasa y por tanto de textura más cremosa. Pero esto no me facilitó la visita al supermercado. Di ochenta vueltas hasta que me decidí a preguntar a una mujer con pinta de "ésta seguro que lo sabe". Pues no, las apariencias engañan. Segundo intento, tampoco. Tercero... et voilà!


Con todo listo, manos a la obra.


Y tras dos horas, aquí tenéis el resultado. Rico no, lo siguiente, es decir, rictus. Ahora entiendo el porqué de considerarlo una de las mejores tartas alemanas. Challenge accomplished.


La segunda tarta que probé a hacer, esta vez con el Máster Chef Álvaro, fue la Sachertorte, la tarta de chocolate más típica de Viena. Es una tarta de chocolate de textura esponjosa, rellena de crema o mermelada de melocotón y con cobertura de chocolate negro  La probamos durante nuestra visita a la ciudad como uno de los destinos del InterRail y decidí que algún día tenía que probar a hacerla en casa.


No es precisamente de las mejores que he probado en mi vida, porque el peligro del chocolate es que se vuelve empalagoso dependiendo del porcentaje del cacao. Por eso decidimos usar cobertura de chocolate con leche. Unas pocas horas en el frigorífico antes de servirlo en la cena y... a todos les encantó. Katia incluso dijo que ésta le gustó más que la de Viena.


A propósito, ahora mismo, mientras escribo esta entrada, me he dado cuenta de que no me llamo Lierni, sino Philipp.


Una de las cosas que más me gustan de Heidelberg es que nunca deja de sorprenderte. Este jueves, por ejemplo, pasaba por Universitätsplatz de camino a mi clase de italiano cuando vi a Fran con dos latas de bebida de cola en la mano. Antes de que yo pudiera mostrar mi curiosidad por aquella imagen con una pregunta, me dijo que estaban regalando latas de bebida de cola ¡gratis! ¡Pero cómo me gusta la palabra gratis! La única pega era que te las daban abiertas para beberlas al momento y Fran no lo sabía cuando pidió dos, así que me dio una lata y me indicó dónde las estaban repartiendo por si me apetecía otra.

Me despedí de él, pues no quería llegar tarde a la clase de Rrrrrroberrrrrrta. Pero no sin antes probar suerte a ver si me daban una lata sin abrir. ¡Y lo conseguí! Me dieron a Philipp.

Hablando de sorpresas y de italiano. Hace dos semanas nos encontramos la plaza de en frente de nuestra facultad completamente colonizada por los únicos habitantes del planeta que tienen el valor de llevar un marca-huevos a una piscina pública alemana y de asegurarse de que el modelo sea amarillo piolín para que te fijes bien y no pase desapercibido. En otras palabras, estaba llena de italianos.


¡Era una feria italiana! Y como tal, había unos cuantos puestos de comida típica de diferentes regiones italianas.

 

¡Mira que nos hizo calor aquel día! Qué razón tiene mi madre cuando dice que cuando en marzo mayea, en mayo marcea. La lluvia y el frío del último mes no dejaron que la primavera llegara el 21 de marzo, sino hace unas escasas dos semanas. ¡Pero ya está aquí! Y todos sabemos que la primavera, la sangre altera.

Un claro ejemplo es este que os contaré ahora. Pasó este mismo lunes. Eran las doce de la noche pasadas y me disponía a volver a casa cuando esperando al autobús en Betriebshof me encontré a Caelon, el vecino medio alemán medio irlandés de Álvaro, ¡sentado en un sofá con un amigo suyo!

A la mañana siguiente nos llegó esta foto de Álvaro. Esto lo explica todo.



El tiempo que llevo yo echando de menos un sofá en el que aposentarme para hablar con mis compañeros de piso, ver una película o simplemente tumbarme a la bartola. ¡Mierda! No, amatxi, no he dicho nada, no echo de menos un sofá, no tienes por qué mandarme uno.

Auf Wiederschreiben!

martes, 10 de junio de 2014

BBQ und die Heidelberger Schlossbeleuchtung

Martes. Hoy hemos vuelto a algo parecido a la rutina. Y la describo de este modo porque la semana que viene nos espera otro puente, es decir, no volveré a lo que se entiende por rutina en otras dos semanas. Pero os diré una cosa, no tengo nada que objetar al respecto. Más que nada porque estos días de fiesta nos brindan la oportunidad de seguir disfrutando de Heidelberg, Alemania y, por qué no decirlo, el tiempo que nos está haciendo estos días.

Estos han estado protagonizados por las altas temperaturas. He oído que este fin de semana Alemania ha sido el país más caluroso de Europa y que los termómetros han marcado temperaturas que no se veían desde, let's say, la extinción de los dinosaurios, lo cual explica las largas colas de ayer para entrar a la piscina. Precisamente porque es un tiempo que no se suele repetir mucho en un año en Alemania, hay que aprovecharlo. Más aun teniendo en cuenta que el sábado tenía lugar el primer Schlossbeleuchtung del año. Y os preguntaréis: ¿pero eso qué es? Lo explicaré en su momento.

De momento basta con que sepáis que es una excusa perfecta para hacer una barbacoa junto al río para ir cogiendo sitio y evitar la oleada de heidelbergers que habría allí a medida que la hora del evento se fuera acercando.

Quedamos a las 6. Llegamos hasta la Neckarwiese pasando por Kaufland, nuestro supermercado por excelencia junto al Nahkauf, éste último para emergencias y/o casos de vagancia (yo soy la primera que se ha sorprendido al findoutear que la palabra "vagueza" en relidad no existe. Mejor corregiré mi apuesta por "vagancia" y diré "pereza"), pues queda mucho más cerca. Así fue como nos encontramos la Neckarwiese.


Great minds think alike. Pues parece ser que todo quisqui pensó en hacer una barbacoa para ir calentando el ambiente. Nosotras nos hicimos nuestro sitio entre la multitud e invadimos una zona lo más cercana al agua posible. Manteles y toallas a la hierba, ¡y listo!

Esperad, aún faltaba la compra del día. Y es que justo cuando estábamos a punto de ir a la caja con la parrilla desechable, comida y bebida, vimos algo que llamó nuestra atención, sobre todo la de Cristina, Maialen e Isa. Se le bautizó como El Barreño, y sí, correcto, lo que veis dentro puede que sea agua del Neckar. O puede que no. Siento que mi botella de agua le quite glamour al Señor Barreño, Cris. Aquí lo tenéis.


Con un miembro más entre nosotras, era hora de prepararnos para comer. Empezamos a picar algo (entiéndase por picar algo la referencia a la bolsa de patatas que compramos o a las gominolas que traje conmigo). ¡A encender la parrilla se ha dicho! A ver, instrucciones... ¿Por qué viene el carbón en un paquete? ¿Habrá que abrir esto? No, yo creo que se prende el paquete directamente. ¡¿Pero así cómo quieres que arda el carbón?! Bien, ¿y ahora qué? Esto dice que hay que prender la tela blanca en una esquina. ¡¿Pero qué haces?! ¡Había que prender la tela por una esquina y cubrir el carbón con ella, no prenderla entera y dejarla en una esquina de la parrilla! Plan B. Se intenta que el carbón  coja fuego prendiendo trozos de cartón, a ver qué pasa. Creo que esto no va, chicas. ¿Qué tal vais por ahí? Caca.

A esto que en nuestra desesperación unos cuantos integrantes de un grupo de amigos que también estaba de barbacoa a nuestro lado se nos acercan y se ofrecen a ayudarnos con el asunto. 



Así, sí.


Gracias a nuestros adorables vecinos y a sus indicaciones teníamos la parrilla lista para empezar a hacer la comida, así que pusimos las salchichas en la parrilla. Dónde y en Alemania, las salchichas no podían faltar.


Mientras se iban haciendo, Isa se encargó de partir el pan. Más tarde también se encargó de darles la vuelta a las salchichas una y otra vez para que se hicieran en toda su superficie. Esto fue después de que yo demostrara mi habilidad para darles la vuelta (nótese mi ironía).


Los siguientes fueron las brochetas de pollo, otro descubrimiento de Kaufland. Y es que todo lo que uno se pueda imaginar está en Kaufland, es como el bolsillo de Doraemon. Y dejadme deciros que estaban ricos no, lo siguiente, es decir, rictus (para el que no conozca a Fran, se trata de la entrada que viene en el diccionario después de "rico").


Last but not least, marshmallows. En otras palabras, eso que se ve en todas y cada una de las escenas de acampada de las películas americanas. Eso blanco que pinchan con una rama y calientan al fuego. Las dificultades técnicas son obvias en la foto, tuvimos que hacer uso de cuchillos y tenedores.


Pero ahí estaban de nuevo nuestros adorables vecinos, listos para rescatarnos.


A medida que la barbacoa avanzaba y el sol se empezaba a poner, la zona se empezó a llenar de más y más gente, entre ellos unos cuantos amigos que se nos fueron uniendo. Por suerte todos llegaron antes de que las marshmallow se acabaran y pudieron probar alguna. Incluso Nils aprovechó que la parrilla aún estaba caliente para hacerse su propia cena.

22:00. Todos coincidimos en que es hora de recoger e ir en busca de una situación que nos permita ver mejor el Schlossbeleuchtung. Lierni, ¿quieres explicar de una vez lo que es? Vaaaaale, ahí vaaaaa.

El Heidelberger Schlossbeleuchtung es un acontecimiento que atrae a miles y miles de personas cada junio, julio y septiembre. Esto significa que tiene lugar tres veces al año, y esta vez tocan el 7 de junio, el 12 de julio y el 6 de septiembre, los tres sábados. Este evento legendario comienza cuando el castillo empieza a iluminarse. Se hace en conmemoración a las veces en que el castillo se ha quemado a lo largo de su historia, habiendo sido la última vez entre 1689 y 1693, cuando las tropas del rey Luis XIV. quemaron tanto el castillo como el casco antiguo de la ciudad de Heidelberg.

Con el castillo iluminado, comienza la segunda parte del evento, el espectáculo pirotécnico, es decir, los fuegos artificiales sobre el río Neckar (los echan desde el Alte Brücke). El origen de los fuegos artificiales data de antes de la tradición de iluminar el propio castillo, pues fue así como en el año 1613 Federico V. quiso dar la bienvenida a su amada Elizabeth Stuart, con artículos pirotécnicos de la época. Alles klar?

22:15. Se escucha el estallido de una bengala en el cielo, ¡empieza el espectáculo! Como ya he dicho durante la explicación del Schlossbeleuchtung, el evento comienza cuando, una vez el cielo empieza a oscurecer, se ilumina el castillo con luces rojas y rosas.


A pocos minutos empezaron los fuegos artificiales. Y si mi ama o alguno de mis amigos está leyendo esto, debería decir que el Schlossbeleuchtung me trae muchos recuerdos de la Semana Grande de San Sebastián, en el que tiene lugar el Concurso Internacional de Fuegos Artificiales de San Sebastián. Nada más y nada menos que ocho noches en los que el cielo donostiarra se llena de luces, formas y colores de todo tipo. Ocho noches en los que empresas pirotécnicas provenientes de Valencia, Australia, Brasil, Sudáfrica, Alemania y otros muchos dan lo mejor de sí para ofrecer un espectáculo que, después de 50 ediciones, deje a los donostiarras con la boca abierta y se lleve la Concha de Oro.

Se puede deducir de esta información que me encantan los fuegos artificiales. Y así es. Por eso me hacía tanta ilusión asistir al Schlossbeleuchtung una vez más, pues tuvimos la ocasión de presenciar el tercero del año pasado en septiembre, a pocos días de haber llegado.

Las fotos hablan por sí solas.



El espectáculo pirotécnico duró alrededor de 15 minutos, un cuarto de hora en el que el cielo se vistió de luces, colores y formas de todo tipo.


Fue una pena que no escogimos el sitio ideal para apreciar los fuegos como es debido, pero aún queda otro Schlossbeleuchtung, el segundo del año y el último para mí. Para entonces espero tener la lección aprendida. Además, así no tendré que pedirle a mi beloved Pili que me ceda un par de fotos que sacó. Danke schön.

Auf Wiederschreiben!

sábado, 7 de junio de 2014

Wenn die Sonne scheint

(Leer mientras se escucha "Happy" de Pharrell Williams. En caso de que la canción acabe antes de tiempo, pasar a "Traum" de Cro)

Moin Moin! ¡Buenos días desde la soleada Heidelberg! Sí, habéis leído bien, ¡hace sol! Y lo que es más increíble aún, parece ser que se va a quedar para rato, pues durante el fin de semana se esperan temperaturas de hasta 30ºC y el próximo jueves se espera que los termómetros alcancen los 34ºC.

No, no he cambiado mi universidad de destino (cosa que mi coordinadora ni siquiera hubiera notado, pues Maialen et moi llevamos más de dos semanas esperando a que Almu nos conteste a un asunto de urgencia; Almu, tan querida por todo el alumnado de mi universidad que está fuera este año, tanto que mi compañera Marta ya se pidió su cabeza para cuando volviera de Irlanda). No he cambiado de ciudad, sigo en Alemania.

Pero la Wikipedia no se equivocaba al afirmar que Heidelberg tiene el clima más caluroso de toda Alemania. El invierno que tuvimos ya lo venía diciendo (ni siquiera nevó), pero esto ya lo acaba de confirmar: en el sur de Alemania, en Heidelberg y alrededores al menos, no hace frío todo el año. Mito desmentido.

Es una pena que las clases de la universidad acaben tan tarde con el buen tiempo que se dice que hará en las próximas semanas, y estoy segura que me irán llegando fotos de mis amigos en la piscina o, lo que es peor, en la playa, ya que en nada acabarán las clases. Pero debo decir que ahora mismo tengo la sensación de estar de vacaciones. Y no es de extrañar, pues los días festivos van viniendo uno tras otro. No sé por qué se dice que los alemanes trabajan mucho, ya ni me acuerdo de cuándo tuve una semana entera de clases.

Lo que sí hacen los alemanes (y hacen bien) es aprovechar cada minuto de sol. Con las clases fertig por esta semana, ayer mismo Cristina, Maialen y yo nos animamos a probar la piscina que tenemos a un minuto de casa, el más grande de Heidelberg. Imaginaos nuestras caras al entrar al recinto y ver lo siguiente.



Exacto. Lo pongo dos veces para darle más dramatismo al asunto. ¡Contemplen Sie!



Sacamos la primera foto triunfal para dar un poco de envidia a amigos, familiares y compañeros (la revancha nos llegará durante los exámenes finales de julio). Conquistamos un espacio de hierba que tuviera tanto sol como sombra, pues Cristina prefería que el sol no le diera directamente. Und ins Wasser! ¿Y qué mejor que un tobogán para entrar en contacto con el agua? Está claro que nada, pues una vez te has tirado, sabes que es inevitable mojarse.

Entre los muchos viajes que hicimos al agua y a las toallas, se nos fueron uniendo Robert y Álvaro. Robert es un amigo inglés que estudió en Cáceres durante unos 6 meses, así que habla muy bien el español. Fue mi apoyo con eso de tener que darme protección para asegurarme de que no me quemaba, con lo blanquita que soy. Incluso mi compañero de piso, que es alemán, está más moreno que yo. Thanks, Robert.

Si da la casualidad que también estáis de Erasmus en Heidelberg, os recomiendo visitar esta piscina municipal, la Freizeit-Bad Tiergartenstraße. Para los que viven en la zona de Neuenheumer Feld, está justo donde el Schwimmbad Club, de camino al Sportzentrum. Para los que vendríais del centro, es simplemente coger el bus 31 o 32, bajarse en la parada Jugendherberge y caminar recto unos 5 minutos en dirección... cómo decirlo... donde más campo veáis. La entrada cuesta 2,50€ para estudiantes (seguro que hay bonos, es solo preguntar) y está abierta desde las 9 de la mañana hasta las 8 de la tarde.

Nosotros nos quedamos hasta las 7 y ya estamos pensando en volver. A propósito, si os da mucha pereza prepararos algo de comer para llevar, que sepáis que hay una amplia oferta de comida (Bradwurst, Currywurst, Falafel, Salat, Obstsalat...), helados y hasta crêpes. Y todo cuesta alrededor de 2,50€. Que me lo quitan de las manos, vaya.

¿A qué esperáis, Leute?

Además de la piscina, otra cosa que se hace en Heidelberg cuando sale el sol es ir al Neckar, sea a comer, a beber, a hacer una barbacoa, a leer, a estudiar, a jugar al voleibol, al frisbee o a pasar la tarde. O a admirar ejemplares alemanes, que están de muy buen ver, todo sea dicho (aplicable a la piscina municipal, por si os faltaba alguna motivación para animaros). 

Y es que cuando una pasa por el puente que acaba en Bismarckplatz para ir a clase por la mañana y ve esta panorámica, lo único en que se piensa es en que las clases acaben pronto para ir a comer al lado del río.


Eso hicimos Cristina, Maialen, Katia e io el lunes cuando acabó la clase de la señora Moser, la intérprete que todos aspiramos a ser, la interprete perfecta que combina su vida profesional con tener una familia (un día mencionó que tiene hijos). Porque será muy cool imaginarse la vida de una intérprete como la de Nicole Kidman en "The Interpreter" y todo lo que queráis, pero no creo que quiera arriesgarme a perder mi vida, gracias.

La señora Moser, a quien veremos poco este mes de junio. Resulta que estará fuera por asuntos de trabajo y perderemos muchas clases de Konsekutiv- und Simultandolmetschen (Interpretación Consecutiva y Simultánea) que habrá que recuperar en las primeras dos semanas de julio, pues luego llegan los exámenes finales. Tendré que seguir practicando por mi cuenta para no perder la práctica.

Total, que me voy por las ramas; al Neckar que nos fuimos con un Pasta to Go cada una.




Hacía un tiempo fantástico. Comimos, nos tumbamos en la hierba un rato y nos separamos para las clases que venían a la tarde.



Soooo!!!! Pero no sin antes tomarnos un gelato de postre. Algo imprescindible que no puede faltar estos días de calor (cuando la universidad nos lo permite, claro, que no todo es diversión, seguimos siendo responsables) es un gelato en la Hauptstraße, como unas auténticas damas.

Otro día hasta Álvaro nos acompañó, que conseguimos rescatarlo de la parienta, ya tú sabeh. Quedamos a eso de las 6 de la tarde abajo (abajo refiriéndose al paseo común que tienen todos los edificios de la zona de residencias de estudiantes que vivimos). Cogimos las bicicletas y pedaleamos hasta llegar a la Mensa, donde habíamos pensado tomarnos algo en la terraza.


Fue el día en que le cogí prestado el móvil a Álvaro y estuve aprovechando que él sí que tiene cámara frontal, a diferencia de mi homo antecesor. No puedo esperar a volver a España para comprarme uno nuevo, ya me he cansado de los problemas que me da este.

Selfie! Creo que ésta fue la mejor de todas las que nos sacamos.





Parece que esta quincena el sol nos ha animado a cumplir promesas olvidadas. La primera de las promesas que hemos conseguido cumplir  ha sido la de por fin haber aparecido a un Brunch. Como ya mencioné en una entrada anterior, el Brunch es un evento que se organiza un domingo de cada mes, donde se abre un buffet lleno de comida y los estudiantes tienen la oportunidad de empezar el día con fundamento, con un megadesayuno.


Domingo, día uno de junio. Nos prometimos que nos presenciaríamos abajo a las 10 de la mañana a pesar de haber salido la noche anterior (recuerdo que me metí a la cama a las 4:30 de la mañana, pero oigan, conseguí estar lista a las 10). Bicicleta y a la Mensa.


Y no me extrañó nada que hubiera tanta multitud, pues había que ver la cantidad y variedad de comida que ofrecían. De hecho, aquella mañana nos enteramos de que el Sonntagsbrunch de la Mensa de Heidelberg había sido nombrado el mejor de Alemania.

Entre tanto dulce y salado, me decanté por un poco de huevos revueltos con bacon, un cuenco de yogurt natural con cereales y frutas variadas, y un donut de chocolate. Esto es empezar un domingo como Dios manda. Challenge accomplished.


 Ahora nos queda el último Brunch, el del mes de julio. Challenge accepted.

Otra promesa que cumplimos aquel domingo fue la de hacer un skype con Carol. Hace ya unos tres meses que nos tuvimos que despedir de ella, así que no os podéis imaginar la ilusión que me hizo volver a verla, tan sonriente y guapa como siempre. Nuestra canaria, nuestra muyaya. Aquellas dos horas se nos fueron volando, había tanto que contar. Me alegro mucho de que le vaya tan bien. Challenge accomplished.

 Zaida, Rocío y Michael serán los siguientes, y espero que sea pronto. Challenge accepted.


Tercera promesa, la de estrenar la máquina para hacer cocktails y el libro de recetas de cocktails que le regaló Miguel a Cristina. Fue justamente ese sábado anterior al Brunch, antes de ir a la fiesta de la Mensa. La verdad es que el primer experimento no salió tan bien, pero el segundo que intentamos parece que no estaba tan mal. Al menos tenía buena pinta y Cris supo decorarlos con mucho glamour. Übung macht der Meister. Challenge accomplished.


Cuarta promesa. Desde que nuestro amigo americano Kurt empezó a trabajar de camarero en una hamburguesería que abrieron en la misma Hauptstraße hace poco más de un mes, se decidió que había que ir a hacerle una visita. Hemos tardado, pero al fin este jueves Maialen, Cristina y yo nos dignamos a aparecer en el turno que le tocaba trabajar a Kurt (o no hubiera tenido gracia ir, digo yo).

Quedamos en Universitätsplatz a las doce del mediodía. Sé que en España sería impensable comer a esta hora, que para nosotros es demasiado temprano, pero no es que nos hayamos pasado al horario europeo, sino que tanto Cristina como Maialen y yo teníamos clase a la una, así que era la única opción que nos quedaba.

Cristina llegaba tarde y Maialen y yo nos empezamos a poner nerviosas pensando que no nos daría tiempo de llegar a tiempo a clase, pero entonces apareció y nos dirigimos a la hamburguesería Die Kuh die Lacht (La Vaca que Ríe). Allí nos esperaba Kurt, sonriente (como siempre). Nos llevó a una de las mesas que servía y nos dejó un tiempo para que decidiéramos qué tomar.

Mi elección, una Cäsar Huhn. DE-RE-CHU-PE-TE.


Y aquí le tenéis, Der Kurt der Lacht (El Kurt que Ríe). Challenge accomplished.


Aunque no nos hemos movido de Heidelberg en estas dos semanas, veis que tampoco hemos estado perdiendo el tiempo. Ahora tengo pensado salir a la zona de hierba que tenemos al lado de casa a estudiar un poco y luego me gustaría ir a hacer la compra, porque el lunes es fiesta y los supermercados estarán cerrados. Y de alguna manera tengo que sobrevivir (yo es que sin fruta, muérome).

Achso, me complace informaros de que con la excusa del primer Schlossbeleuchtung del año (el segundo para nosotros, puesto que ya tuvimos el pacer de asistir al tercer y último del año el pasado septiembre), hemos pensado cumplir otra promesa: organizar una barbacoa a orillas del río, am Neckar. Challenge accepted.

Pero esto lo contaré a posteriori, como es lógico. Y con esto y un bizcocho (no literalmente), hasta mañana a las ocho.

 Auf Wiederschreiben!