Estos han estado protagonizados por las altas temperaturas. He oído que este fin de semana Alemania ha sido el país más caluroso de Europa y que los termómetros han marcado temperaturas que no se veían desde, let's say, la extinción de los dinosaurios, lo cual explica las largas colas de ayer para entrar a la piscina. Precisamente porque es un tiempo que no se suele repetir mucho en un año en Alemania, hay que aprovecharlo. Más aun teniendo en cuenta que el sábado tenía lugar el primer Schlossbeleuchtung del año. Y os preguntaréis: ¿pero eso qué es? Lo explicaré en su momento.
De momento basta con que sepáis que es una excusa perfecta para hacer una barbacoa junto al río para ir cogiendo sitio y evitar la oleada de heidelbergers que habría allí a medida que la hora del evento se fuera acercando.
Quedamos a las 6. Llegamos hasta la Neckarwiese pasando por Kaufland, nuestro supermercado por excelencia junto al Nahkauf, éste último para emergencias y/o casos de vagancia (yo soy la primera que se ha sorprendido al findoutear que la palabra "vagueza" en relidad no existe. Mejor corregiré mi apuesta por "vagancia" y diré "pereza"), pues queda mucho más cerca. Así fue como nos encontramos la Neckarwiese.
Great minds think alike. Pues parece ser que todo quisqui pensó en hacer una barbacoa para ir calentando el ambiente. Nosotras nos hicimos nuestro sitio entre la multitud e invadimos una zona lo más cercana al agua posible. Manteles y toallas a la hierba, ¡y listo!
Esperad, aún faltaba la compra del día. Y es que justo cuando estábamos a punto de ir a la caja con la parrilla desechable, comida y bebida, vimos algo que llamó nuestra atención, sobre todo la de Cristina, Maialen e Isa. Se le bautizó como El Barreño, y sí, correcto, lo que veis dentro puede que sea agua del Neckar. O puede que no. Siento que mi botella de agua le quite glamour al Señor Barreño, Cris. Aquí lo tenéis.
Con un miembro más entre nosotras, era hora de prepararnos para comer. Empezamos a picar algo (entiéndase por picar algo la referencia a la bolsa de patatas que compramos o a las gominolas que traje conmigo). ¡A encender la parrilla se ha dicho! A ver, instrucciones... ¿Por qué viene el carbón en un paquete? ¿Habrá que abrir esto? No, yo creo que se prende el paquete directamente. ¡¿Pero así cómo quieres que arda el carbón?! Bien, ¿y ahora qué? Esto dice que hay que prender la tela blanca en una esquina. ¡¿Pero qué haces?! ¡Había que prender la tela por una esquina y cubrir el carbón con ella, no prenderla entera y dejarla en una esquina de la parrilla! Plan B. Se intenta que el carbón coja fuego prendiendo trozos de cartón, a ver qué pasa. Creo que esto no va, chicas. ¿Qué tal vais por ahí? Caca.
A esto que en nuestra desesperación unos cuantos integrantes de un grupo de amigos que también estaba de barbacoa a nuestro lado se nos acercan y se ofrecen a ayudarnos con el asunto.
Así, sí.
Gracias a nuestros adorables vecinos y a sus indicaciones teníamos la parrilla lista para empezar a hacer la comida, así que pusimos las salchichas en la parrilla. Dónde y en Alemania, las salchichas no podían faltar.
Mientras se iban haciendo, Isa se encargó de partir el pan. Más tarde también se encargó de darles la vuelta a las salchichas una y otra vez para que se hicieran en toda su superficie. Esto fue después de que yo demostrara mi habilidad para darles la vuelta (nótese mi ironía).
Los siguientes fueron las brochetas de pollo, otro descubrimiento de Kaufland. Y es que todo lo que uno se pueda imaginar está en Kaufland, es como el bolsillo de Doraemon. Y dejadme deciros que estaban ricos no, lo siguiente, es decir, rictus (para el que no conozca a Fran, se trata de la entrada que viene en el diccionario después de "rico").
Last but not least, marshmallows. En otras palabras, eso que se ve en todas y cada una de las escenas de acampada de las películas americanas. Eso blanco que pinchan con una rama y calientan al fuego. Las dificultades técnicas son obvias en la foto, tuvimos que hacer uso de cuchillos y tenedores.
Pero ahí estaban de nuevo nuestros adorables vecinos, listos para rescatarnos.
A medida que la barbacoa avanzaba y el sol se empezaba a poner, la zona se empezó a llenar de más y más gente, entre ellos unos cuantos amigos que se nos fueron uniendo. Por suerte todos llegaron antes de que las marshmallow se acabaran y pudieron probar alguna. Incluso Nils aprovechó que la parrilla aún estaba caliente para hacerse su propia cena.
22:00. Todos coincidimos en que es hora de recoger e ir en busca de una situación que nos permita ver mejor el Schlossbeleuchtung. Lierni, ¿quieres explicar de una vez lo que es? Vaaaaale, ahí vaaaaa.
El Heidelberger Schlossbeleuchtung es un acontecimiento que atrae a miles y miles de personas cada junio, julio y septiembre. Esto significa que tiene lugar tres veces al año, y esta vez tocan el 7 de junio, el 12 de julio y el 6 de septiembre, los tres sábados. Este evento legendario comienza cuando el castillo empieza a iluminarse. Se hace en conmemoración a las veces en que el castillo se ha quemado a lo largo de su historia, habiendo sido la última vez entre 1689 y 1693, cuando las tropas del rey Luis XIV. quemaron tanto el castillo como el casco antiguo de la ciudad de Heidelberg.
Con el castillo iluminado, comienza la segunda parte del evento, el espectáculo pirotécnico, es decir, los fuegos artificiales sobre el río Neckar (los echan desde el Alte Brücke). El origen de los fuegos artificiales data de antes de la tradición de iluminar el propio castillo, pues fue así como en el año 1613 Federico V. quiso dar la bienvenida a su amada Elizabeth Stuart, con artículos pirotécnicos de la época. Alles klar?
22:15. Se escucha el estallido de una bengala en el cielo, ¡empieza el espectáculo! Como ya he dicho durante la explicación del Schlossbeleuchtung, el evento comienza cuando, una vez el cielo empieza a oscurecer, se ilumina el castillo con luces rojas y rosas.
A pocos minutos empezaron los fuegos artificiales. Y si mi ama o alguno de mis amigos está leyendo esto, debería decir que el Schlossbeleuchtung me trae muchos recuerdos de la Semana Grande de San Sebastián, en el que tiene lugar el Concurso Internacional de Fuegos Artificiales de San Sebastián. Nada más y nada menos que ocho noches en los que el cielo donostiarra se llena de luces, formas y colores de todo tipo. Ocho noches en los que empresas pirotécnicas provenientes de Valencia, Australia, Brasil, Sudáfrica, Alemania y otros muchos dan lo mejor de sí para ofrecer un espectáculo que, después de 50 ediciones, deje a los donostiarras con la boca abierta y se lleve la Concha de Oro.
Se puede deducir de esta información que me encantan los fuegos artificiales. Y así es. Por eso me hacía tanta ilusión asistir al Schlossbeleuchtung una vez más, pues tuvimos la ocasión de presenciar el tercero del año pasado en septiembre, a pocos días de haber llegado.
Las fotos hablan por sí solas.
El espectáculo pirotécnico duró alrededor de 15 minutos, un cuarto de hora en el que el cielo se vistió de luces, colores y formas de todo tipo.
Fue una pena que no escogimos el sitio ideal para apreciar los fuegos como es debido, pero aún queda otro Schlossbeleuchtung, el segundo del año y el último para mí. Para entonces espero tener la lección aprendida. Además, así no tendré que pedirle a mi beloved Pili que me ceda un par de fotos que sacó. Danke schön.
Auf Wiederschreiben!
No hay comentarios:
Publicar un comentario