Para llegar al punto de encuentro tuvimos que andar por el famoso Paseo de los Reyes. Os recomiendo recorréroslo con tiempo para mirar las muchas tiendas curiosas que hay, como una en la que, además de vender caramelos, ¡los iban haciendo al momento! Todavía sigo preguntándome cómo conseguían dibujar una figura perfecta de una piña dentro de algunos caramelos. Impresionante.
También podéis degustar la cocina polaca o de cualquier parte del mundo, en verdad, hay un montón de restaurantes donde elegir. O ir haciendo paradas en los edificios y palacios históricos que os encontréis. Sí, es una avenida larguísima.
Pues nada, foto en grupo al pasar por la Universidad de Varsovia, que estaría repleta de estudiantes Erasmus como nosotros.
Una versión close-up de la foto, muchas gracias señora polaca que ¡entendía inglés!
Verdaderamente era un problema comunicarnos con la gente para preguntar direcciones o simplemente comprar billetes de tren o autobús. Muy poca gente hablaba inglés. Puestos a criticar a los polacos, aunque siempre hay excepciones, nos dio la impresión de que la gente era fría y borde. Será un rasgo cultural o de su historia comunista. También me di cuenta de que la gente más maja y abierta era la que sabía inglés. De locos.
Que me enrollo. El punto de encuentro, y también el primer stop, fue la Columna del Rey Segismundo III, que se encuentra en medio de la plaza Zamkowy. Digamos que esta plaza es la entrada al Casco Antiguo. Es preciosa como veréis.
Desde luego la plaza goza de unas vistas espectaculares al Castillo Real (edificio rosa, para que nos entendamos) y las afueras de la ciudad Y más aún con el cielo azul y soleado que nos tocó (pero seguía haciendo frío, sin emocionarnos gente).
La verdad, no sé si se lo merecía, pero fue un personaje cómico en la historia de Polonia. Ahora os explico el porqué. Allá por el siglo XV la dinastía que reinaba en Polonia acabó. En aquel momento el reino contaba con un sistema político ligeramente democrático en el que los aristócratas se reunían para tomar decisiones importantes, como la elección de un nuevo rey. Esta vez querían elegir al mejor entre candidatos de todo el mundo, que técnicamente ese "todo el mundo" se reducía a Europa. Casualmente, en la Suecia protestante el primero en la línea de sucesión al trono sueco era católico, algo que Suecia no le permitía. Así que Polonia lo eligió como mejor candidato, convirtiéndolo en Segismundo III, Rey de Polonia. Por aquel entonces la capital polaca era Cracovia, al sur del país, así que Seguismundo se mudó a su palacio.
Hasta aquí todo bien o incluso aburrido, pero ahora es cuando se pone interesante. Resulta que este hombre también tenía afición por las ciencias y pidió construir un laboratorio para experimentos en el palacio. Un día que estaba experimentando para conseguir la fórmula de la piedra filosofal (ajá, te hemos pillado J.K. Rowling, ya te sabías esta historia de antes. Lo siento, pero es escuchar "la piedra filosofal" y automáticamente acordarme de Harry Potter), ¡hizo explotar el laboratorio y el palacio entero ardió!
Como ya no podía vivir en su precioso palacio, se mudó a otro palacio de Varsovia. Claro, con lo importante que era el Rey, no podía estar tan lejos de la capital (ironía sobre su carácter caprichoso y ególatra). ¿Solución que se le ocurrió? ¡People, movamos la capital! Y es por Segismundo III y sus caprichos que hoy la capital de Polonia es Varsovia.
Recorrimos las calles de la Parte Vieja mientras nos fijábamos en los encantos y detalles de cada rincón. Y lo colorido que era todo.
Próxima parada: La Campana de los Deseos (Canonjía). Esta campana fue fundida hace más de cuatrocientos años y fue destruida durante la Segunda Guerra Mundial. Se tuvo la suerte de que cuando la Guerra acabó, se encontraron todas y cada una de sus partes, así que se volvió a fundir y es ahora símbolo de buena suerte.
Es habitual que la gente la toque y pida un deseo pequeñito. Si el deseo es más grande, hay que dar una vuelta a la campana sin dejar de tocarla. Si somos ambiciosos y se trata de un deseo más grande, se da la vuelta a la pata coja. Fui ambiciosa, aunque no puedo decir lo que pedí porque anularía la magia de la campana.
En medio del tour coincidimos con un desfile en apoyo al cácer de mama. Todo estaba lleno de globos de color rosa y gente disfrazada. Noch einmal, fotaca de Cristina.
Vimos parte de la muralla que rodeaba la ciudad, aunque no consiguó salvarla del ataque de los alemanes y los rusos al mismo tiempo.
Y por último, entre otros puntos que no he mencionado pero que fueron igual de interesantes, Las Tres Mujeres Desnudas. Son tres estatuas que en un principio fueron pensadas para la entrada del Palacio de Justicia, pero los mandatarios religiosos dijeron que estaban completamente desnudas. Así que el arquitecto rehízo los planos para que quedaran en la parte trasera cumpliendo la función de columnas. Sinceramente, me recuerdan a las cariátides del templo griego Erecteion. Pero son chulas. Ahí estamos las dreamgirls.
En la última parte más sobre nuestras aventuras y desventuras, no os la perdáis.
Auf Wiederschreiben!
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